Esta capacidad busca identificar procesos que han diseñado y aplicado las entidades, que han sido integrados a la forma de trabajo, que estén sistematizados, que constituyan rutinas de trabajo, y que estén compuestos por actividades y procedimientos. Los procesos representan un nivel de formalización mayor que las actividades y procedimientos, y tienen relación con el flujo que deben seguir las iniciativas de innovación al interior de la entidad, considerando sus diferentes áreas y fases. Esta capacidad es calificada con relevancia alta, puesto que, en la medida que las entidades cuenten con procesos sistematizados, es más probable su replicabilidad; y con ello, que la innovación forme parte central del quehacer de la entidad.